Breve Reseña Biográfica 4

En pocas palabras…

Quienes más lo han conocido resaltan 4 fortalezas de la vida de Juan Luis


1- Un hombre de profunda espiritualidad

“Era un hombre de oración. Asumió la evangelización como testimonio de vida, anunció la utopía del Reino con su propia
vida”[1].

Ciertamente daba gusto
participar de sus
celebraciones
y de las oraciones
guiadas por él…
la sencillez, la paz,
la presencia de Dios
se respiraban en torno suyo.


“Era un hombre muy serio…a la hora de orar…en esa postura delante del Señor, en ese silencio profundo, uno lo veía y podía adivinar que había algo Grande, muy Grande en esa comunicación. Sonriente y serio, apasionado y sencillo, había pasado años duros en la represión pero no lo divulgaba”[2].


2- Fiel a su familia y sus amigos

“Fidelidad a su familia, a sus amigos, a sus opciones, un hombre “limpio y fiel”, una vida ofrecida a Dios en todas las cosas y acontecimientos. Su testimonio de entrega íntegra e integral hasta en el momento en que se enteró que su enfermedad no tenía curación: “Le he consagrado a Dios mis actividades, ahora le consagro mis pasividades”[3].

Siempre, y de modo especial hacia el final de su vida, Juan Luis se sintió muy cerca de su familia (aún en la época del exilio y a pesar de las distancias), y seguramente por eso quiso pasar con ellos sus últimos días: “…Mis hermanas y un par de parejas amigas han formado un cinturón de contención y me invitan permanentemente a ir al cine o a comer. Me viene bien; siempre es bueno sentirse querido y dejarse querer, a pesar de que no es mi fuerte la expresividad de los afectos.”[4]

“No hay duda de que Juan Luis cultivó la amistad como un valor y/o virtud cristiana, amaba a sus amigo/as y se dejaba amar por nosotros/as. Cuando salió de Ilo les dijo a las comunidades cristianas: “aunque yo me vaya, Uds. son mis amigos, para siempre” y prometió regresar a visitarlos cada tres años y cumplió con su palabra.

“Hacía amigo/as con facilidad y se jugaba por ello/as. Partía de una actitud de confianza total en la persona, en sus posibilidades, en sus capacidades, en la parte buena que todos tenemos… nos sostenía en los momentos difíciles y sabía compartir la alegría. Tenía gran capacidad de convocatoria para la amistad… lo que nos unía era el deseo de cambiar esta sociedad en una mas justa y humana”[5].


3- Un hombre alegre, que contagiaba las ganas de vivir…

“Su amor a la vida lo transmitía en espacios formales y no formales, tenía sus hobbies, un gran jugador de fútbol y de ping pong, le encantaba nadar, correr, tomar una cerveza helada, y aunque no lo divulgaba, también escribió algunas poesías”[6].

“Juan Luis era un gran nadador, le encantaba meterse a nadar mar adentro, sin remos, con sus propios brazos. De una energía inigualable y de una lucidez excepcional”[7].

Su energía y la pasión que ponía en todo lo que hacía, contagiaba a los que lo rodeaban. Era casi imposible mantenerse inmutable ante su personalidad y su empuje.


4- Un hombre coherente: su Opción por los pobres

“Con Juan Luis fuimos construyendo y viviendo un proyecto de vida y de mundo inspirados por la espiritualidad ignaciana, la opción por los pobres, la vida y trabajo de comunidad, tarea que nos aferramos en continuar porque queremos ser fieles a Jesús y a su evangelio”[8].

“Su visión política lo llevaba al diálogo con los partidos, los gobernantes, los sindicatos, siempre apoyando una visión “desde los pobres”, para “hacerlos sujetos de su propia historia”, para “fortalecer su organización”, era propositivo, concertador y apasionado por la nueva sociedad[9].

Sabemos que su coherencia
le ha traído en más de una
ocasión, conflictos e
incomprensiones (aún en el
seno de la Iglesia)…
sin embargo él nunca declinó
de sus opciones, convencido
de estar siguiendo fielmente
la persona y el ejemplo de Jesús.

[1] Carmen de los Ríos Baertl, Perú
[2] Alfredo Quintanilla, Perú
[3] Carmen de los Ríos Baertl, Perú
[4] carta de Juan Luis a familiares y amigos, junio de 2005
[5] Carmen de los Ríos Baerlt, Perú
[6] Carmen de los Ríos Baerlt, Perú
[7] Oscar Morelli sj, Perú
[8] Oscar Ramos, Centro Loyola de Ilo, Perú
[9] Carmen de los Rios Baertl, Perú

Breve Reseña Biográfica 3

Desde 1998 asumió
el gran desafío de Fe y Alegría*

Convencido que la Educación es una herramienta fundamental para el desarrollo de las personas, Juan Luis encontró en Fe y Alegría un Movimiento con el que compartía no sólo la utopía, sino también la metodología de trabajo. Por eso se comprometió por entero con esta obra, que si bien estaba creciendo en Argentina, él ya conocía por su trabajo en América Latina.


“La concepción que sustenta esta propuesta es que los pobres, y especialmente los más abandonados y con menos posibilidades, tienen derecho a una educación de calidad que los prepare a la vida igual o mejor que los que pueden pagar por ella” (entrevista a Juan Luis, Diario La Nación, 8/04/01).

Por eso asumió el desafío de fortalecer y hacer crecer este Movimiento, para que pueda cumplir con su objetivo de “promover la formación de hombres y mujeres nuevos, concientes de sus potencialidades y de la realidad que los rodea, abiertos a la trascendencia, agentes de cambio y protagonistas de su propio desarrollo; a fin de contribuir a la creación de una sociedad nueva en la que se haga realidad el compromiso de una Fe Cristiana en obras de amor y justicia”[1]


*Fe y Alegría es un Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social presente en 17 países de América Latina y España, ofreciendo educación de calidad para más de 1.200.000 alumnos de nuestro continente
Para alcanzar estas metas, Juan Luis ha tenido que recorrer las zonas más desfavorecidas de nuestro país, visitando los centros educativos, conversando con las comunidades y los docentes (ofreciendo charlas y talleres), así como con las autoridades y diversos medios de comunicación para posicionar el trabajo del movimiento.

En coherencia con su modo de trabajar, Juan Luis encontró que en Fe y Alegría también se parte de la comunidad, sus necesidades y sus potencialidades; “desde y con los pobres”:

“Una de las características que más han identificado el estilo de presencia de Fe y Alegría es su relación con la comunidad y la apertura a otras formas de educación no formal. Partiendo de las necesidades sentidas por una comunidad concreta se van buscando las respuestas. Como una de las prioridades suele ser la educación de los niños, adolescentes y adultos, muchas veces se comienza por la creación de una escuela inserta en el sistema educativo formal.

“La opción de partida es prestar un servicio educativo y comunitario a quienes la sociedad relega y desatiende. Y se hace desde un proyecto impulsado por personas y comunidades que quieren vivir su fe cristiana en coherencia con la propuesta de Jesús cuando anunció que venía a traer una Buena Noticia a los pobres” [2].

Todos los que tuvimos la dicha de conocerlo y trabajar con él sabemos de su compromiso con esta obra y rescatamos su entrega, su carisma y su modo de liderar equipos de trabajos. Siempre con sencillez pero con firmeza, con prudencia pero con coraje; siempre apostando al diálogo, buscando el consenso, creyendo y confiando en las potencialidades de los demás; soñando y animando a los otros a soñar en “otro mundo posible”.
Siempre positivo, optimista, de buen humor; siempre accesible, cercano, buen compañero y amigo. Siempre jugado por sus opciones, las que se manifestaban no sólo por medio de sus palabras, sino fundamentalmente, con su ejemplo y coherencia de vida.

En poco tiempo, Juan Luis se convirtió en un referente para la Federación Internacional de Fe y Alegría, siendo convocado a formar parte de la Junta Directiva y a dar también charlas y conferencias en los diversos Congresos del Movimiento.

Fe y Alegría… milagro cotidiano

“La arquitectura que hace posible este milagro cotidiano que es Fe y Alegría se basa en la participación de la comunidad local y educativa (vecinos, padres de familia, docentes y directivos), más aportes estatales y privados”.

“Confiamos en que este aporte a la educación y la evangelización de aquellos que siempre se nos quedan al margen de la historia pueda contribuir a una Argentina distinta”.

Fe y Alegría parte de un doble presupuesto:

- que todos y especialmente los más pobres entre los pobres tienen derecho a una educación de calidad y,

- por otra parte, como cristianos buscamos ofrecer la posibilidad de una educación que permita conocer el mensaje evangélico y vivir la experiencia de fe que implica ese anuncio de Jesús del Reino de Dios, o sea, una sociedad nueva donde todos podamos vivir como hermanos y hermanas por tener un Padre común[3].

Su preparación
para pasar a la
Casa del Padre


Los siguientes son textos
extraídos de cartas enviadas
por Juan Luis a
familiares y amigos:

“…Ante la frontera de la muerte se mezclan el aspecto de la fe y la certeza de que el Señor me está esperando, que no es un salto al vacío, con la reacción psicológica de querer asumirlo como algo natural y que ya me puede tocar” (feb´05).

“…Está de base la tranquilidad de haber recorrido un camino que me ha permitido vivir plenamente mis proyectos vitales y esperanzas; el haber podido querer y sentirme querido y aceptado por la gente que quiero, el haber podido aportar algo para hacer ‘que otro mundo sea posible’” (feb´05)

“…Todo esto ubica lo que siento y me hace enfrentar con bastante paz la posibilidad del paso definitivo. De todas maneras la apuesta sigue puesta en el presente y en lo que nos toca en la construcción del Reino desde aquí” (feb ´05)

“…Estoy en la etapa que Teilhard de Chardin llamaba de “divinización de las pasividades” después de haber pasado bastante intensamente por la “divinización de las actividades”. Sólo me queda ponerme en las manos del Señor y dejar que él vaya marcando los tiempos. Creo que en mi manera de asumirlo prevalece la disponibilidad y la paz, y el hecho de estar igual en lo físico ayuda para esto pero me doy cuenta de que mi impulso vital no es el de antes” (junio ´05).

[1] Ideario de Fe y Alegría
[2] Artículo escrito por Juan Luis para la revista CIAS, año 2000.
[3] Textos escritos por Juan Luis para medios de comunicación de Argentina

Breve Reseña Biográfica 2

En el exilio…
de 1975 a 1977, en Alemania

“Cuando se aprobó mi pedido de optar por la salida del país mientras durase el Estado de Sitio, fui trasladado a Buenos Aires y tres días después, arreglados mis papeles directamente por la policía federal, el 1º de julio de 1975 salía para Frankfurt, Alemania, a terminar mis estudios de teología”.

Allí, en la Universidad de Sankt Georgen, Juan Luis tiene acceso a grandes teólogos que le ayudan en su reflexión personal y a
hacer su propia síntesis teológica.
La misma queda plasmada en la Tesis de su Licenciatura en Teología, cuyo título es: “Elementos para una cristología latinoamericana” (Julio, 1977)

En Alemania, junto al Hno. Roger, de la comunidad de Taizé
En octubre de 1977 es destinado al Perú

“Al concluir mis estudios de licenciatura en teología en Frankfurt en 1977, pasé al Perú, donde viví hasta 1990 “

Entre 1977 y 1979 vivió en Jaén, donde trabajó como operario. Este paso de Juan Luis por Perú, ha sido una experiencia fundante y de un gran aprendizaje. Sabemos, por sus relatos, los gratos recuerdos y las grandes amistades que guardaba de aquella época.

“Nunca olvidaremos su testimonio de amor y entrega al Perú, a los más pobres, a sus amigos y de manera especial a Jesús del que fue testigo con su vida y con su obra.
...Y hoy podemos decir que Juan Luis ha cumplido la tarea y lo ha hecho con excelencia, fue un hombre, un amigo y un sacerdote ejemplar, de esos que nos ayudan a creer en la humanidad, que nos acercan a un Dios que es amor , que nos amistan con la vida ”[1]

Sin duda éste tiempo y todo lo vivido allí, ha servido para afianzar su formación y sus opciones, y así prepararse para una nueva etapa de su vida: su ministerio sacerdotal.

Su Ordenación Sacerdotal

Su sueño de entrega total, va tomando forma… y el 24 de febrero de 1978, en Lima, Perú, es Ordenado Sacerdote

“yo pude estar en su ordenación, fue en el actual Juniorado, en una capilla que aún está abierta al pueblo, con toda sencillez. Estuvieron sus padres y algunos amigos. Me impactó la sencillez y las circunstancias” [2].

Luego, es destinado a
Ilo, Perú de 1979 a 1989

Ilo es una ciudad portuaria, minera y pesquera del sur peruano; allí Juan Luis continuó cosechando gran cantidad de amigos.

“Con Juan Luis en Ilo fuimos construyendo y viviendo un proyecto de vida y de mundo inspirados por la espiritualidad ignaciana, la opción por los pobres y la vida y trabajo de comunidad”[3].

Allí, además de su actividad pastoral en una comunidad de jesuitas inserta en un pueblo joven de las afueras de Ilo, es docente del CENECAPE (Centro de Capacitación, Orientación y Promoción).

Después fundó y dirigió allí el Centro Pedro Pescador, para la capacitación laboral de jóvenes.

“Nos decía con mucha firmeza: “Tres o cuatro cosas son NO NEGOCIABLES, todo lo demás es dialogable, y si mal no recuerdo, esas cosas “no negociables” son: el amor de Dios, la opción de Dios por los pobres, y el amor como actitud fundamental para construir una sociedad más humana y una iglesia más fiel a Jesucristo”[4].
El reencuentro con los suyos…

En diciembre de 1983, con el retorno de la democracia y acabado el Estado de Sitio, Juan Luis realizó un breve viaje a Buenos Aires.

“...para Navidad del 83 pude regresar por primera vez a la Argentina y reencontrarme con mi familia y amigos, a algunos de mis hermanos no los había visto en nueve años y pude conocer a los catorce sobrinos que habían nacido en ese tiempo”

En 1990 regresó definitivamente
a Argentina:

Por esos años, Juan Luis fue destinado nuevamente al Barrio San Martín, en Mendoza, donde continuó su acompañamiento a esa comunidad como Vice Cooperador de la Parroquia Ntra. Sra. de los Pobres.

“Su opción no fue sólo mirar el mundo desde los pobres, sino vivir entre los pobres, es lo que hizo en Mendoza y en Ilo, él decía: “el vivir entre los pobres te ayuda a ser más fiel a Dios”… Juan Luis encontraba a Dios en la gente y no idealizaba a los pobres, sabía de sus cualidades como de sus debilidades”[5].

Es desde su experiencia de inserción y su trabajo por la promoción humana y comunitaria, desde donde Juan Luis nos dice: “Ponerse del lado de los pobres es participar en sus problemas y sufrir junto con ellos las injusticias de un sistema que los margina y explota”[6].

En 1992 es destinado
a Buenos Aires

El Padre Provincial Ignacio García Matta SJ, nombró a Juan Luis como Socio (Vice Provincial), cargo en que es vuelto a elegir por el siguiente Provincial, Alvaro Restrepo SJ. En ese tiempo fue también Consultor de Provincia, Director y Superior del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y Delegado de Pastoral Social de la Provincia Argentina de la Compañía de Jesús.

Además de estas actividades, Juan Luis fue Capellán en la Iglesia “Santos Mártires Rioplatenses”. En ese tiempo vivió con el P. Benjamín Villalba en una pequeña casita de ese barrio de San Miguel.

Además, acompañó espiritualmente a otras comunidades cristianas, colaboró activamente en el enriquecimiento de la Vida Religiosa por medio de la CONFAR (Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas) y escribió diversos artículos para las revistas Caminos (de la CONFAR) y CIAS.

[1] Testimonio de Rosa Maria Mujica, Perú
[2] Testimonio de Oscar Morelli SJ, Perú
[3] Testimonio de Oscar Ramos, Centro Loyo, Perú.
[4] Testimonio de Carmen de los Ríos Baertl, Perú.
[5] Testimonio de Carmen de los Ríos Baertl, Perú
[6] Conferencia de Juan Luis en CRIMPO: Vida Religiosa entre los Pobres.

Breve Reseña Biográfica 1

Su infancia:

Juan Luis, nació en Buenos Aires el 4 de febrero de 1946,
en el seno de una familia tan grande como unida.
El era el segundo de 9 hermanos.

“Era muy cercano a sus padres y sus hermanos. La familia era fundamental para él.
Era un muy buen hermano, protector, cariñoso, compañero y amigo.
Era muy buen deportista, representaba a su colegio en torneos intercolegiales, en fútbol y ping pong.
Y gustaba mucho de la lectura de libros y revistas”[1].
Juan Luis cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio del Salvador, de los Padres Jesuitas. Allí fue, seguramente, donde germinaron su inquietud y su compromiso por los problemas y las injusticias sociales.

Su Noviciado: 1964-65

“…y a los 18 entré en la vida religiosa
en la Compañía de Jesús
(padres jesuitas) en 1964[2]

“ Las primeras etapas de formación
en la vida religiosa todavía viví las
estructuras antiguas (llegamos a usar
sotana durante el noviciado)
a pesar de que comenzaban a sentirse
los aires de renovación que se vivieron
en toda la Iglesia después del
Concilio Vaticano II (1962-1965).”

Encontramos, ya desde sus primeros pasos dentro de la Orden, a un Juan Luis que no aceptaba pasivamente aquellas cosas con las que no estaba de acuerdo. Motivado por ese espíritu del Concilio, él se animó a superar barreras, a romper moldes, a cruzar fronteras…


Estudiante de filosofía: 1966 a 1971 San Miguel (Buenos Aires)

“A partir de la etapa de estudios de filosofía (1968-1969) se comienzan a romper los moldes.”

“Estudié en la Facultad de Filosofía de San Miguel… Entre jesuitas y laicos creamos un Centro de Estudiantes de la facultad y fui su primer secretario general…”

“Participé en 1969 de la sentada en la calle Callao frente al local de la Universidad y nos adherimos al paro estudiantil a raíz de la muerte de un estudiante por la represión del gobierno en la provincia de Corrientes.”

Etapa de magisterio,
en Santa Fe: 1970 y 1971

“En mi siguiente período de formación trabajé en el Colegio de la Inmaculada en Santa Fe durante los años 1970 y 1971…”

El Colegio de Santa Fe es una institución a la que concurren alumnos de clase media y alta. Pero además, la Orden tiene allí una Parroquia ubicada en una Isla llamada “Alto Verde”, a la que asisten las familias de los pescadores. Por eso Juan Luis, además de cumplir con sus obligaciones en el Colegio, decide acercarse y trabajar con quienes sufren carencias de distinto tipo.

“Continué con mi preocupación social acompañando una comunidad cristiana en la isla de Alto Verde, una población marginal cercana a la ciudad, y participando en el sindicato de docentes particulares de la provincia de Santa Fe”.

“Por otra parte, desde mi estadía en Santa Fe en 1970 hasta 1974, aunque todavía era seminarista, participé activamente en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo; éste era visto como muy sospechoso por los militares y los sectores de derecha”.

Estudiante de teología
en San Miguel: 1972

Terminada su etapa de “magisterio”, Juan Luis regresó a San Miguel, para continuar con su formación. Allí funciona la Facultad de Teología de los Jesuitas. Pero, en lugar de vivir dentro del Colegio Máximo, opta por insertarse en una comunidad en el seno de un barrio obrero.

“En mi primer año de los estudios de teología en 1972, nuevamente en Buenos Aires, viví en una pequeña comunidad de compañeros jesuitas en Ituzaingo y trabajé como albañil mientras daba exámenes libres en nuestra facultad de San Miguel.

“Quería vivir una experiencia de trabajo manual y acompañar, aunque fuera parcialmente, la realidad de la población de nuestros barrios”.

Luego de disolverse esa pequeña comunidad, y para no volver a las estructuras del Colegio Máximo, Juan Luis buscó la manera de seguir comprometido y al lado de los más necesitados.

Viviendo con los pobres en el
Barrio San Martín, Mendoza (1973-75)

“Luego de un trabajoso discernimiento con mis superiores, paso a vivir al barrio San Martín, en la provincia de Mendoza donde continuaría mis estudios de teología dando exámenes libres en nuestra facultad de San Miguel”.

El Barrio San Martín surgió a partir de un basural, en los suburbios de la ciudad de Mendoza. Juan Luis, junto a Benjamín Villalba sj, van a vivir a la zona más carenciada de dicho barrio. Desde allí él quiere vivir no sólo con, sino también como los pobres:

“Llegamos a ser cinco jesuitas en esa comunidad y dos vivíamos en un rancho de adobe, con piso de tierra, sin agua corriente y con luz bajada de los cables públicos. Trabajé como coordinador de una campaña de alfabetización de adultos organizada por DINEA (Dirección Nacional de Educación de Adultos) desde el Ministerio de Educación nacional; éramos 15 alfabetizadores en el barrio.”

Mientras trabajaba y estudiaba teología, Juan Luis también cursó la Licenciatura en Filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo

“Nuestro querido Juan Luis era muy inquieto y no se conformaba con vivir con los pobres y como pobre. Estudiaba Filosofía en la facultad y ejercía su apostolado junto a los pobres. Pero no lo conformaba su apostolado y siempre quería más compromiso”.
(Testimonio de Fernando Diez)Universidad Nacional de Cuyo.


Un amigo, un ejemplo

En el barrio San Martín conoció de cerca al P. José María Llorens sj, quien sería desde entonces un referente para su vida. El P. Llorens fue el promotor del barrio, nacido luego de una ocupación de un basural, pero con una población muy organizada y luchadora. Llorens fue quien ayudó a organizarlo y a que el mismo cuente con los servicios básicos y necesarios para una vida digna. Sin duda Juan Luis se ha alimentado de ese ejemplo de entrega y coherencia.


Y tal vez por eso, podemos adjudicar hoy a Juan Luis, las mismas palabras que él pronunciara sobre Llorens en uno de los aniversarios de su muerte: “fue uno de los tantos silenciosos precursores en nuestro continente de lo que la Iglesia latinoamericana definió después como la opción preferencial por los pobres. Creyó en los pobres, en su fuerza histórica, en su capacidad evangelizadora. Porque, además de acompañar la búsqueda de respuestas concretas (vivienda, etc), supo plantear la necesidad de conquistar su dignidad como personas y como cristianos, de organizarse para lograrlo, y no titubeó en el momento de denunciar las estructuras injustas que permitían ese sufrimiento y marginación de los más débiles”.


Primera detención

En noviembre de 1974, se decretó en todo el país el Estado de Sitio. A los pocos días, al salir de una reunión de DINEA fueron detenidos todos los alfabetizadores del Barrio San Martín por la policía de la Provincia de Mendoza.

“En la comisaría de la policía provincial, en la que estuvimos durante la primera semana, nos tuvieron incomunicados…”

“Benjamín Villalba, mi compañero de casa en el barrio San Martín me comentó después que cuando ese mismo día volvió a la noche a nuestro rancho encontró que lo habían allanado, estaba todo revuelto y hasta habían hecho pozos en el fondo buscando armas.”

Tres días después de su detención se entrevistó con un abogado que logró contratar su padre. Allí le explicó su inocencia en los cargos que le imputaban. Diez días después logró la libertad condicional.

De detenido a desaparecido…

“Es en ese momento en que quedo libre cuando empiezan los problemas en serio. Se siguió la misma metodología del secuestro que fue aplicada más sistemáticamente en todo el país a partir del golpe militar de marzo de 1976 y por la que murieron miles de personas.

“En mi caso, mientras oficialmente era dejado en libertad después de haber firmado mi salida de la comisaría, unos agentes de la policía federal me secuestran llevándome por una puerta posterior.

“Estuve tres días en categoría de "desaparecido", siendo interrogado y sufriendo torturas permanentemente”

En ese tiempo Juan Luis escribe:

“Nace de estos paredones la necesidad de pedir. No cosas, ni siquiera la libertad, sino fuerzas para seguir adelante, gracia en el sentido más clásico de la palabra. “No yo sino Cristo en mi”[3].


CRUCIFIXIÓN

Estalla un tranquilo recostarse
en el seno de un dolor aceptado
con los dientes apretados.
Sin palabras lúcidas,
ni miradas claras
mi sangre madura su destino.

Y la vida se asusta de si misma,
comprende entre sombras
que su búsqueda
apunta hacia dos palos
cruzados sin sentido.

Ve sangre en las huellas del futuro.
Porque saberse hombre
saberse libre
y quererse fiel
es invitar a la muerte.

Juan Luis Moyano, Mendoza, 1974


A disposición del
Poder Ejecutivo Nacional

“Es de suponer que por presiones de mi familia y de la Iglesia, y al ver que no encontraban nada, pero que continuaba siendo considerado peligroso, oficializan mi detención y el 5 de diciembre del 74 soy puesto a "disposición del Poder Ejecutivo Nacional" (PEN)”.


“Al igual que con los otros primeros detenidos políticos de esa provincia, durante mi permanencia en la cárcel de Mendoza, aún estando entre presos comunes, el trato fue muy benigno y casi especial; pude estudiar, recibir visitas diarias (más que los presos comunes) y participar de la eucaristía semanal”.

Así relata uno de sus amigos las visitas a la cárcel: “Cuando nos veía, lejos de estar compungido, con miedo o deprimido, nos contagiaba optimismo, alegría, gozo. ¡Por fin estaba con lo más bajo de la sociedad! Se sentía pleno de poder repartir sabiduría (que la tenía) y amor (que también tenía) a quienes estaban privados de libertad. Estaba entre los más pobres de los pobres. Les enseñaba la palabra de Dios y era muy querido por los privados de libertad. No me olvido más de su sonrisa. Yo no entendía nada. Me preguntaba ¿De qué se ríe?
Evidentemente tenía en su interior nada menos que a Cristo, que no es poco”[4].


Traslado a Resistencia


Juan Luis estuvo detenido en la Cárcel Provincial de Mendoza durante cuatro meses. Hasta que el 7 de abril de 1975 fue trasladado, sin previo aviso y sin comunicarlo a su comunidad ni a su familia:


“Un día me llaman diciéndome que tenía una visita, voy como estaba, en alpargatas, y al rato aparezco arriba de una avioneta que me lleva hasta la cárcel de Resistencia… ese fue mi primer viaje en avión.”
“Mi familia me contó que estaban desesperados porque durante varios días no les decían dónde estaba”.


En Resistencia estuvo detenido por tres meses. De ese tiempo, él nos cuenta:
“Estuve en el Pabellón 5 con unos 25 detenidos políticos. No teníamos ninguna comunicación con otros pabellones, ni tuvimos misa en esos meses, tampoco pudieron visitarme los jesuitas de la comunidad de Resistencia. Sólo se permitían familiares directos; estuvieron mi madre y una de mis hermanas viajando desde Buenos Aires”.
“Tengo la imagen de que no nos dejaban leer nada, ni siquiera la Biblia”

[1] Testimonio de su hermana, Josefina Moyano.
[2] Todos los textos citados de aquí en adelante entre comillas y en letra cursiva son parte del testimonio de Juan Luis, escrito para Memoria Abierta, febrero de 2002
[3] Testimonio escrito desde la cárcel, trozo de una carta dirigida a un sacerdote en los Estados Unidos.
[4] Testimonio de Fernando Diez, Mendoza

Ha dejado Huellas...




Juan Luis Moyano SJ ha dejado huellas… y los que hemos tenido la gracia de conocerlo y compartir con él algunos momentos de vida, sabemos que él era un ser excepcional.

Su vida, su ejemplo, sus reflexiones, su espiritualidad, su compromiso, sus palabras y sus acciones… todo en él nos revelaba a una persona tan coherente como valiente; alguien que ha debido pasar por varias dificultades y persecuciones, pero que siempre supo con certeza desde dónde y hacia dónde iba.

Desde y con los más necesitados, los oprimidos, los excluidos; siempre a su lado, dándoles su lugar, promoviendo su crecimiento personal y su desarrollo social.

Desde su lugar de sacerdote, de hermano, de servidor del pueblo, para acercarles al Dios de la Vida y de la historia, para hacer presente a ese Jesús que, como ellos, vive la pobreza y desde allí enseña qué es lo fundamental de la vida: el amor.

Hacia la construcción de una sociedad más equitativa, más justa, de hombres y mujeres nuevos; una sociedad y una Iglesia que sean en verdad el Reino de Dios. Teniendo siempre como meta esa utopía de que “otro mundo es posible”.

La presente publicación no pretende ser un exhaustivo estudio de su vida. Simplemente es un testimonio de su vida, una breve reseña biográfica seguida de algunos testimonios que hemos recibido luego de la partida de Juan Luis a la casa del Padre.

Agradecemos a todos los que han compartido sus experiencias y sentimientos y nos permiten así conocerlo un poco más.

Queremos que éste sea un humilde homenaje más a una persona tan maravillosa como única, que ha dejado huellas en todos aquellos que hemos tenido el honor y el privilegio de compartir una parte de su vida.

Sea también, una acción de gracias a Dios por haberlo puesto en nuestro camino, y a Juan Luis por habernos enseñado, motivado y acompañado desde su ejemplo y su coherencia a hacer vida la opción por, con y desde los más desfavorecidos de la historia.