Breve Reseña Biográfica 1

Su infancia:

Juan Luis, nació en Buenos Aires el 4 de febrero de 1946,
en el seno de una familia tan grande como unida.
El era el segundo de 9 hermanos.

“Era muy cercano a sus padres y sus hermanos. La familia era fundamental para él.
Era un muy buen hermano, protector, cariñoso, compañero y amigo.
Era muy buen deportista, representaba a su colegio en torneos intercolegiales, en fútbol y ping pong.
Y gustaba mucho de la lectura de libros y revistas”[1].
Juan Luis cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio del Salvador, de los Padres Jesuitas. Allí fue, seguramente, donde germinaron su inquietud y su compromiso por los problemas y las injusticias sociales.

Su Noviciado: 1964-65

“…y a los 18 entré en la vida religiosa
en la Compañía de Jesús
(padres jesuitas) en 1964[2]

“ Las primeras etapas de formación
en la vida religiosa todavía viví las
estructuras antiguas (llegamos a usar
sotana durante el noviciado)
a pesar de que comenzaban a sentirse
los aires de renovación que se vivieron
en toda la Iglesia después del
Concilio Vaticano II (1962-1965).”

Encontramos, ya desde sus primeros pasos dentro de la Orden, a un Juan Luis que no aceptaba pasivamente aquellas cosas con las que no estaba de acuerdo. Motivado por ese espíritu del Concilio, él se animó a superar barreras, a romper moldes, a cruzar fronteras…


Estudiante de filosofía: 1966 a 1971 San Miguel (Buenos Aires)

“A partir de la etapa de estudios de filosofía (1968-1969) se comienzan a romper los moldes.”

“Estudié en la Facultad de Filosofía de San Miguel… Entre jesuitas y laicos creamos un Centro de Estudiantes de la facultad y fui su primer secretario general…”

“Participé en 1969 de la sentada en la calle Callao frente al local de la Universidad y nos adherimos al paro estudiantil a raíz de la muerte de un estudiante por la represión del gobierno en la provincia de Corrientes.”

Etapa de magisterio,
en Santa Fe: 1970 y 1971

“En mi siguiente período de formación trabajé en el Colegio de la Inmaculada en Santa Fe durante los años 1970 y 1971…”

El Colegio de Santa Fe es una institución a la que concurren alumnos de clase media y alta. Pero además, la Orden tiene allí una Parroquia ubicada en una Isla llamada “Alto Verde”, a la que asisten las familias de los pescadores. Por eso Juan Luis, además de cumplir con sus obligaciones en el Colegio, decide acercarse y trabajar con quienes sufren carencias de distinto tipo.

“Continué con mi preocupación social acompañando una comunidad cristiana en la isla de Alto Verde, una población marginal cercana a la ciudad, y participando en el sindicato de docentes particulares de la provincia de Santa Fe”.

“Por otra parte, desde mi estadía en Santa Fe en 1970 hasta 1974, aunque todavía era seminarista, participé activamente en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo; éste era visto como muy sospechoso por los militares y los sectores de derecha”.

Estudiante de teología
en San Miguel: 1972

Terminada su etapa de “magisterio”, Juan Luis regresó a San Miguel, para continuar con su formación. Allí funciona la Facultad de Teología de los Jesuitas. Pero, en lugar de vivir dentro del Colegio Máximo, opta por insertarse en una comunidad en el seno de un barrio obrero.

“En mi primer año de los estudios de teología en 1972, nuevamente en Buenos Aires, viví en una pequeña comunidad de compañeros jesuitas en Ituzaingo y trabajé como albañil mientras daba exámenes libres en nuestra facultad de San Miguel.

“Quería vivir una experiencia de trabajo manual y acompañar, aunque fuera parcialmente, la realidad de la población de nuestros barrios”.

Luego de disolverse esa pequeña comunidad, y para no volver a las estructuras del Colegio Máximo, Juan Luis buscó la manera de seguir comprometido y al lado de los más necesitados.

Viviendo con los pobres en el
Barrio San Martín, Mendoza (1973-75)

“Luego de un trabajoso discernimiento con mis superiores, paso a vivir al barrio San Martín, en la provincia de Mendoza donde continuaría mis estudios de teología dando exámenes libres en nuestra facultad de San Miguel”.

El Barrio San Martín surgió a partir de un basural, en los suburbios de la ciudad de Mendoza. Juan Luis, junto a Benjamín Villalba sj, van a vivir a la zona más carenciada de dicho barrio. Desde allí él quiere vivir no sólo con, sino también como los pobres:

“Llegamos a ser cinco jesuitas en esa comunidad y dos vivíamos en un rancho de adobe, con piso de tierra, sin agua corriente y con luz bajada de los cables públicos. Trabajé como coordinador de una campaña de alfabetización de adultos organizada por DINEA (Dirección Nacional de Educación de Adultos) desde el Ministerio de Educación nacional; éramos 15 alfabetizadores en el barrio.”

Mientras trabajaba y estudiaba teología, Juan Luis también cursó la Licenciatura en Filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo

“Nuestro querido Juan Luis era muy inquieto y no se conformaba con vivir con los pobres y como pobre. Estudiaba Filosofía en la facultad y ejercía su apostolado junto a los pobres. Pero no lo conformaba su apostolado y siempre quería más compromiso”.
(Testimonio de Fernando Diez)Universidad Nacional de Cuyo.


Un amigo, un ejemplo

En el barrio San Martín conoció de cerca al P. José María Llorens sj, quien sería desde entonces un referente para su vida. El P. Llorens fue el promotor del barrio, nacido luego de una ocupación de un basural, pero con una población muy organizada y luchadora. Llorens fue quien ayudó a organizarlo y a que el mismo cuente con los servicios básicos y necesarios para una vida digna. Sin duda Juan Luis se ha alimentado de ese ejemplo de entrega y coherencia.


Y tal vez por eso, podemos adjudicar hoy a Juan Luis, las mismas palabras que él pronunciara sobre Llorens en uno de los aniversarios de su muerte: “fue uno de los tantos silenciosos precursores en nuestro continente de lo que la Iglesia latinoamericana definió después como la opción preferencial por los pobres. Creyó en los pobres, en su fuerza histórica, en su capacidad evangelizadora. Porque, además de acompañar la búsqueda de respuestas concretas (vivienda, etc), supo plantear la necesidad de conquistar su dignidad como personas y como cristianos, de organizarse para lograrlo, y no titubeó en el momento de denunciar las estructuras injustas que permitían ese sufrimiento y marginación de los más débiles”.


Primera detención

En noviembre de 1974, se decretó en todo el país el Estado de Sitio. A los pocos días, al salir de una reunión de DINEA fueron detenidos todos los alfabetizadores del Barrio San Martín por la policía de la Provincia de Mendoza.

“En la comisaría de la policía provincial, en la que estuvimos durante la primera semana, nos tuvieron incomunicados…”

“Benjamín Villalba, mi compañero de casa en el barrio San Martín me comentó después que cuando ese mismo día volvió a la noche a nuestro rancho encontró que lo habían allanado, estaba todo revuelto y hasta habían hecho pozos en el fondo buscando armas.”

Tres días después de su detención se entrevistó con un abogado que logró contratar su padre. Allí le explicó su inocencia en los cargos que le imputaban. Diez días después logró la libertad condicional.

De detenido a desaparecido…

“Es en ese momento en que quedo libre cuando empiezan los problemas en serio. Se siguió la misma metodología del secuestro que fue aplicada más sistemáticamente en todo el país a partir del golpe militar de marzo de 1976 y por la que murieron miles de personas.

“En mi caso, mientras oficialmente era dejado en libertad después de haber firmado mi salida de la comisaría, unos agentes de la policía federal me secuestran llevándome por una puerta posterior.

“Estuve tres días en categoría de "desaparecido", siendo interrogado y sufriendo torturas permanentemente”

En ese tiempo Juan Luis escribe:

“Nace de estos paredones la necesidad de pedir. No cosas, ni siquiera la libertad, sino fuerzas para seguir adelante, gracia en el sentido más clásico de la palabra. “No yo sino Cristo en mi”[3].


CRUCIFIXIÓN

Estalla un tranquilo recostarse
en el seno de un dolor aceptado
con los dientes apretados.
Sin palabras lúcidas,
ni miradas claras
mi sangre madura su destino.

Y la vida se asusta de si misma,
comprende entre sombras
que su búsqueda
apunta hacia dos palos
cruzados sin sentido.

Ve sangre en las huellas del futuro.
Porque saberse hombre
saberse libre
y quererse fiel
es invitar a la muerte.

Juan Luis Moyano, Mendoza, 1974


A disposición del
Poder Ejecutivo Nacional

“Es de suponer que por presiones de mi familia y de la Iglesia, y al ver que no encontraban nada, pero que continuaba siendo considerado peligroso, oficializan mi detención y el 5 de diciembre del 74 soy puesto a "disposición del Poder Ejecutivo Nacional" (PEN)”.


“Al igual que con los otros primeros detenidos políticos de esa provincia, durante mi permanencia en la cárcel de Mendoza, aún estando entre presos comunes, el trato fue muy benigno y casi especial; pude estudiar, recibir visitas diarias (más que los presos comunes) y participar de la eucaristía semanal”.

Así relata uno de sus amigos las visitas a la cárcel: “Cuando nos veía, lejos de estar compungido, con miedo o deprimido, nos contagiaba optimismo, alegría, gozo. ¡Por fin estaba con lo más bajo de la sociedad! Se sentía pleno de poder repartir sabiduría (que la tenía) y amor (que también tenía) a quienes estaban privados de libertad. Estaba entre los más pobres de los pobres. Les enseñaba la palabra de Dios y era muy querido por los privados de libertad. No me olvido más de su sonrisa. Yo no entendía nada. Me preguntaba ¿De qué se ríe?
Evidentemente tenía en su interior nada menos que a Cristo, que no es poco”[4].


Traslado a Resistencia


Juan Luis estuvo detenido en la Cárcel Provincial de Mendoza durante cuatro meses. Hasta que el 7 de abril de 1975 fue trasladado, sin previo aviso y sin comunicarlo a su comunidad ni a su familia:


“Un día me llaman diciéndome que tenía una visita, voy como estaba, en alpargatas, y al rato aparezco arriba de una avioneta que me lleva hasta la cárcel de Resistencia… ese fue mi primer viaje en avión.”
“Mi familia me contó que estaban desesperados porque durante varios días no les decían dónde estaba”.


En Resistencia estuvo detenido por tres meses. De ese tiempo, él nos cuenta:
“Estuve en el Pabellón 5 con unos 25 detenidos políticos. No teníamos ninguna comunicación con otros pabellones, ni tuvimos misa en esos meses, tampoco pudieron visitarme los jesuitas de la comunidad de Resistencia. Sólo se permitían familiares directos; estuvieron mi madre y una de mis hermanas viajando desde Buenos Aires”.
“Tengo la imagen de que no nos dejaban leer nada, ni siquiera la Biblia”

[1] Testimonio de su hermana, Josefina Moyano.
[2] Todos los textos citados de aquí en adelante entre comillas y en letra cursiva son parte del testimonio de Juan Luis, escrito para Memoria Abierta, febrero de 2002
[3] Testimonio escrito desde la cárcel, trozo de una carta dirigida a un sacerdote en los Estados Unidos.
[4] Testimonio de Fernando Diez, Mendoza

1 comentario:

José D'Angelo dijo...

¿Porque no dicen que se llamaba Moyano Llerena? ¿porque no se dice que formaba parte de Montoneros o de las Organizaciones que estaba subordinadas a Montoneros, tal como lo afirma una sobrina del tambien montonero Macuca Llorens - que lo conoció a este hombre - y que ambo se opusieron a un gobierno votado por el pueblo QUE LO METIO PRESO. Tampoco dice este panegirico del cura montonero que en 1996 cobró una indemnización que actualizada representan $25.000.000 del Estado burgues que el y sus comañeros de aventuras querian destruir. Una verguenza